EL PALACIO DEL AMOR JUVENIL

08.08.2023
El local que revolucionó la 'movida' nocturna entre 1977 y la década de los 90.
Una noche cualquiera de la década de los 70, los hermanos Joaquín y Enrique Cochón se quedaron prendados del ocio nocturno de París. Las enormes salas de conciertos y discotecas que descubrieron en la capital francesa en nada se parecían a los modestos locales de baile que habían conocido previamente en su Poio natal, donde establecimientos como El Baile de Cuba, con un aforo muy modesto (no más de 100 o 150 personas), triunfaban. Unos años después, concretamente en la madrugada de la Navidad de 1977, casi a la par que la democracia, se estrenaba oficialmente Dafnis y Cloe: el palacio de San Xoán que dio un giro de 180 grados al concepto que hasta entonces se tenía de la movida nocturna en la comarca de Pontevedra, cuyo recuerdo permanece inalterable en varias generaciones de vecinos de la villa 21 años después de su cierre definitivo.
En uno de sus viajes de retorno a casa, Joaquín y Enrique, profesionales del sector del ladrillo, se volcaron en la construcción de la que sería su particular joya de la corona. Para ello, adquirieron varias parcelas situadas a pocos metros de la carretera PO-308, conocida entonces como Comarcal. Además, abrieron una vía de acceso para facilitar el estacionamiento de vehículos. El levantamiento del inmueble rápidamente llamó la atención de propios y extraños, tanto por su vasto tamaño como por su aspecto. Una vez finalizada, más que una discoteca, parecía una fortaleza de piedra.

La Nochebuena del 77 fue el pistoletazo de salida a miles de veladas nocturnas en el fortín de San Xoán.
Joaquín y su hermano Enrique, además del ya fallecido Antonio González, gestionaron la discoteca durante cinco exitosos años, hasta 1982.
Dafnis y Cloe tenía capacidad para acoger a más de 7.000 almas. Los llenos absolutos se repetían cada fin de semana, así como los martes de Entroido o en Fin de Año. El negocio solo permanecía abierto durante el invierno, ya que en verano el local cerraba sus puertas, para no tener que competir con las verbenas y fiestas populares.
Rocío Durcal, Tino Casal, Ramoncín, Georgie Dann, Boney M., Los Pecos (en varias ocasiones), Paloma San Basilio o Rafaella Carrá fueron algunos de los artistas que se subieron a los tablones del escenario que había en la planta baja de la discoteca, que contaba con otros dos pisos, otras tantas pistas de baile y, en la zona superior, una cafetería. De los decorados destacaban los colores vivos de sus paredes y sus inconfundibles sillones amarillos, algunos de los cuales aún permanecen actualmente en el interior de las ruinas. La fama de Dafnis y Cloe creció como la espuma en cuestión de meses. Antes de los 80 ya se contaban por centenares los clientes que peregrinaban desde Vigo, Cangas o Moaña para divertirse en la macrodiscoteca. Su éxito abrió el camino a otras salas que, siguiendo su modelo, también acabarían triunfando en el entorno de Pontevedra, como Saturday, Canelas, La Condesa o Chanteclair, entre muchas otras.

En 1982, el local pasó a manos de Manolo Nieto, Francisco García y Avelino Cochón. Para entonces, Dafnis y Cloe ya estaba plenamente consolodida en el panorama de la movida provincial y debía reinventarse para mantenerse por encima de la competencia. Con el paso del tiempo, a las sesiones nocturnas de los fines de semana y de las vísperas de festivo se fueron sumando las vespertinas dominicales, a partir de las 20.00 horas. Además, se introdujeron otras novedades, como el sorteo de coches y motocicletas.
En noches normales, el precio de la entrada oscilaba entre las 150 y las 200 pesetas (en sus inicios, al igual que en otros muchos locales de ocio, los pases para las chicas eran más baratas, para atraer al público masculino), si bien aumentaba considerablemente cuando había conciertos. Aunque, en general, sus propietarios no recuerdan noches especialmente complicadas, sí tuvieron que lidiar con más de una pelea.
Dafnis y Cloe exhibió músculo hasta bien entrados los 90. A partir de ahí, la evolución de la movida, mucho más centrada en el verano de localidades como Sanxenxo, comenzó a hacer mella. Este hecho, sumado a la feroz competencia, llevó a la discoteca a echar el cierre en 1998.

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