Junto a esta primera casa tenemos la segunda y sin duda la más interesante. Es la conocida como A Casa da Peste. En ella destaca sobre lo demás la presencia de un pórtico formado por dos impresionantes arcos de medio punto creados probablemente por “canteiros” locales ya que es bien sabida la fama de estos en estas tierras. Una fecha escrita sobre un dintel parece indicarnos la época de construcción de la casa. Es el año 1721. La casa amenaza derrumbe por lo que no es aconsejable la entrada en esta para prevenir posibles accidentes. De todas formas, lo más destacado podrá verse desde la entrada de esta casa. Merece la pena ver también las viejas “lareiras” y los huecos en las paredes. Un viejo carballo preside el conjunto principal de la Casa da Peste.
No está claro el porqué de este nombre de Casa da Peste. Se dice que el lugar fue refugio de cuarentena para personas infectadas por la bacteria Yersinia Pestis, causante de la peste, enfermedad que produjo millones de muertes en los siglos pasados. La enfermedad se transmitía a causa de la pulga de la rata (Xenopsylla cheopis) quién después de succionar la sangre del roedor este era contagiado, por lo que no sería difícil después el paso de la enfermedad a los humanos, sobre todo teniendo en cuenta las condiciones higiénicas de los siglos anteriores. Una de las últimas epidemias en Galicia fue durante el primer tercio del siglo XVIII, casualmente contemporánea a la construcción de la casa.
Uno de los detalles que más nos llamó la atención fue la presencia de alguna ventana en la planta baja provista de rejas de forja, elemento no muy común en viviendas destinadas al uso doméstico por aquel entonces.
Si seguimos más abajo veremos un espectacular peto del siglo XIX en un cruce de caminos y también podremos ver la fachada trasera de la edificación ya que existe un “carreiro” que se dirige hasta otra construcción abandonada. En esta parte de la casa resalta la gran balconada de forja y poquito más adelante el impresionante y noble hórreo construido completamente en granito y que cuenta con cuatro pares de pies.
Da mucha pena ver este lugar y comprobar como nadie ha hecho nada para su consolidación ya que se trata de un elemento etnográfico de gran valor.